Espero que les guste, al menos yo lo pasé estupendamente mientras lo escribía.
El poeta negro, de Antonio Ballesteros
Dicen que la realidad supera con frecuencia a la más delirante ficción. Por eso, a nadie debería extrañarle que si en esta brumosa madrugada mi famoso e insigne archiabuelo, el ilustre poeta don Gustavo Adolfo Bécquer, levantase la cabeza y me viera pasear por las desiertas callejuelas de este Toledo remozado ―que apenas vagamente reconocería―, podría pensar que revivía los delirios de la tuberculosis que lo llevó al más allá.