viernes, 28 de septiembre de 2012

"Cómo escribir una novela" y un concurso



Supe de Jaime Gonzalo a través de Consolación González Rico, compañera del grupo Arrendajos, que nos comunicó la iniciativa del filólogo asturiano de convocar un modesto pero entrañable concurso cuyo premio sería una de la novelas de Conso: Una mujer de la Oretana.
Alababa además, mi compañera, la pericia con el uso de la lengua de Jaime:
Por cierto, el tal Jaime Gonzalo escribe de maravilla. Si queréis asomaros a su blog, pinchad aquí: http://pautaancha.blogspot.com.es/
Pinché  y entré y pude deleitarme con los frutos de su pluma, y luego le pedí permiso para publicar en estas páginas uno de sus artículos, el que habla sobre la creación literaria, que al fin y al cabo es la razón de ser de este blog que se va amueblando poco a poco.
Me prometo a mí mismo intercambiar más adelante algunos puntos de vista con Gonzalo sobre el tema, porque incluso coincidiendo en lo fundamental con él:
la creación literaria no se puede enseñar: solo se puede aprender,
difiero ligeramente en su apreciación: creo, como él, que no se puede enseñar a crear, pero cuando comencé a escribir sí que me habría gustado contar con alguien que me hiciera ver los garrafales errores que cometía, o que me sugiriese lecturas o explorar caminos que a mí solo se me fueron ocurriendo a base de darme de cabezazos contra la pared que representa una página en blanco. Es lo que propongo a los alumnos, que exploren, que imaginen, que no teman equivocarse, aun sabiendo que la mayoría de ellos no volverán a escribir ficción literaria durante el resto de sus días.
Pero eso, como digo, será más adelante.
Por el momento, les adjunto la fotografía sobre la que Gonzalo propone el concurso y, con sus palabras, en qué consiste el mismo:

Tomé esta foto una mañana lluviosa de junio de 2009, en la calle Amsterdam de París. Quiero proponeros lo siguiente: que, como comentario a esta entrada, escribáis un texto a partir de la imagen, un texto que la complemente, o que la complete, o que la matice, o que la niegue, o que la subraye, o que la silencie… El texto más votado recibirá un premio: un ejemplar de la novela de Consolación González Rico titulada "Una mujer de la Oretana", de la que podréis saber algo más en la página web de la autora. ¿Qué tal una semana de plazo, hasta el 4 de octubre a las 23:59 horas? ¡Ánimo!
Esa es la propuesta de Jaime. Yo voy a enviar un pequeño texto, aunque el libro ya lo tengo, y dedicado además por la autora. Solo por participar y arrimar el hombro en esta simpática iniciativa. Les animo a que escriban unas líneas y las envíen antes del 5 de octubre a esta dirección:
 Y lo que viene a continuación es el artículo que citaba líneas arriba, en el que Jaime relata su experiencia como tallerista de creación literaria. Que lo disfruten:


CÓMO ESCRIBIR UNA NOVELA
Hoy he leído en una conocida revista literaria de difusión nacional el anuncio de un profesor universitario que imparte clases de escritura creativa a través de Internet. El reclamo publicitario rescató del baúl de mi memoria los años en que me dedicaba a una labor similar, aunque offline, como responsable de un curso con un título tan ambicioso como este: Taller de escritura creativa. Tan ambicioso y tan engañoso, porque por escritura creativa las personas que acudían al taller entendían -como casi todos entienden- creación literaria, es decir: la idea que los animaba a participar era la de salir de allí con los conocimientos suficientes que les permitiese afrontar la creación de cuentos, novelas o relatos de vario pelaje. Y no era eso, no era eso. No podía serlo de ninguna manera. Y por tres razones.

La primera de ellas era la de que yo no había escrito nada digno de ser llamadocreación literaria: ningún cuento publicado, ninguna novela corta, ni larga, ni mediana; la poesía, mejor no mencionarla; tampoco teatro ni ensayo. Y sin embargo, los requisitos exigidos por quienes me contrataron para impartir un curso cuyo cumplimiento era imposible de lograr, se limitaban a una titulación que sí poseía (licenciado en Filología Hispánica, especialidad en Literatura) y a una entrevista personal que superé contra todo pronóstico.

La segunda de las causas del fracaso anunciado de aquel taller radicaba en que los participantes, casi sin excepción, carecían de un dominio de la lengua y de la literatura que les permitiera emprender altos vuelos literarios. (Recuerdo que una de las alumnas, una mujer de unos treinta y cinco años, confesó que no leía novelas porque eran mentira, rasgo que rechazaba. Quise explicarle que a veces  para expresar una gran verdad hay que recurrir a la impostura, pero el intento fue vano.)

Finalmente, el tiempo y la experiencia me hicieron ver la tercera de las causas. Estaba -y está- en la sospecha, casi certeza, de que la creación literaria no se puede enseñar: solo se puede aprender. Los únicos capaces de ejercer de maestros del arte literario son los grandes escritores a través de sus mejores obras. Inútil, así lo creo, pretender enseñar a escribir una novela como se enseña el álgebra o el análisis sintáctico. El escritor aprende a escribir leyendo. En aquel escenario, resolví que lo más honesto era instruir a los alumnos en un uso del lenguaje con una mera finalidad informativa, que no es poco. Les enseñé lo que sí podía: la existencia de los principales tipos de texto (narrativo, descriptivo, argumentativo...)  y un uso normal de cada uno de ellos en la comunicación escrita. Quiero convencerme de que, a pesar de todo, salí airoso del trance.

No puedo deshacerme de la idea de que un filólogo -profesor universitario o no- impartiendo un curso de escritura creativa es como un médico forense asistiendo a una parturienta. Purita antítesis, no más.

4 comentarios:

  1. Cómo me alegra, amigo Antonio, que hayas hecho un sitio en tu blog a los escritos de Jaime Gonzalo. Tenía la certeza de que ibas a encontrar coincidencias: a los dos os gusta la precisión lingüística y el trabajo bien hecho.
    Me encanta que hayas recogido también el "entrañable" concurso. A ver si se animan tus alumnos, y Crisanta tiene ocasión de viajar en avión hasta Uruguay. Pese a haber nacido en 1869, no creo que tuviera "inconveniente ninguno", como ella misma hubiera dicho, llegado el caso.
    Un abrazo desde este Toledo nuestro, que hoy huele a otoño y a lluvia. Conso

    ResponderEliminar
  2. Siento disentir contigo, Jaime Gonzalo, pero creo que todo-absolutamente todo- se puede aprender en esta vida. Unos tienen más aptitudes innatas que otros, pero ello no quiere decir que el que no haya sido dotado desde el nacimiento, sea incapaz, no solo de intentarlo, sino de lograrlo.
    Y refiriéndome a tu paso como docente en ese taller de escritura creativa, quizá, en ese momento, no se había perfilado el temario, o cualquier otra cosa, pero yo sí que confío en esos talleres. He realizado tres. El primero presencial, dirigido por una reputada escritora. Decepcionante, pero del que saqué enseñanzas y por supuesto que aprendí. No a escribir, pero sí a saber por dónde encaminarme. Y los posteriores, online. Estupendos, gratificantes y súper útiles, a mi modo de ver. He de reconocer que el perfil de alumnos era absolutamente heterogeneo: una que no sabía diferenciar "b" de "v", conjugar verbos, las haches al ser sordas también erean invisibles, y otro que empezó escribiendo relatos rimados. Espantada quedé al principio, y totalmente maravillada al final. Los profesores supieron ver en cada uno de nosotros si había creatividad, si nos emocionaba la escritura, vamos, si había madera que tallar, o no. Y solo por remitirme a los ejemplos citados, ambos alumnos terminaron escribiendo relatos dignos, y se aplicaron en pulir sus deficiencias iniciales. Todo@s nos aplicamos en pulir las propias.
    Es obvio que en estos talleres no va un@ a convertirse en un escritor de la noche a la mañana, pero si saben despertar el gusanillo de la escritura, y te ponen a trabajar, partiendo de unas directrices, pues luego cada cual sabrá si le apetece seguir en la senda trazada o buscar otro camino. Creo que como en cualquier otra disciplina, TODO SE PUEDE APRENDER.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Estimada Luisa:

    Al afirmar, como tú haces, que todo se puede aprender, no disientes de lo que yo afirmo en mi escrito. Si lees con atención, en ninguna parte sostengo que haya conocimientos que no se puedan aprender. Por lo tanto, estamos de acuerdo. Lo que sí sostengo es que no todo se puede enseñar, y este matiz es fundamental. Un ejemplo que nos incumbe a todos, porque todos hemos tenido esa experiencia, te ayudará a entender lo que digo.

    Durante los dos o tres primeros años de nuestras vidas, sin quererlo, sin que nadie lo pretenda, aprendemos las reglas implícitas que gobiernan la lengua materna, que es siempre oral. Hasta que no vamos a la escuela, nadie nos dice nada del sujeto, del verbo, de las conjugaciones, de la voz pasiva, de los pronombres... Y sin embargo, vamos aprendiendo poco a poco a utilizar los recursos del lenguaje oral para obtener nuestros propósitos. Es una etapa en la que lingüísticamente fracasamos la mayor parte de la veces, sobre todo al principio, pero desde el punto de vista comunicativo cosechamos éxito tras éxito, porque nos vamos haciendo entender. No deja de ser admirable el milagro que supone que, sin que nadie nos someta a las clases o las tutelas de un profesor, es decir: sin que nadie nos enseñe, aprendamos a hablar un idioma, solo con la imitación en situaciones cotidianas. Después, sí, cuando estamos en la escuela, nos enseñan la grámática, es decir, descubrimos conscientemente las reglas que ya habíamos asimilado y grabado en nuestro cerebro de un modo intuitivo. En la escuela nos enseñan principalmente la lengua escrita, que es secundaria respecto de la oral, aunque se le dé más importancia porque estamos inmersos en una cultura libresca en la que hemos llegado al absurdo de despreciar al analfabeto cuyo lenguaje oral es más rico que el de muchos alfabetizados que ni leen ni escriben, aunque sepan hacerlo. Siempre que hablo de este tema, recuerdo el día en que mi hijo en lugar de decir "escrito", dijo "escribido". Esa era la prueba irrefutable de que ya dominaba la norma que rige el idioma, aunque desconocía las excepciones. Y aprendió esa norma sin que nadie se la enseñara voluntariamente.

    Con la escritura de obras literarias, viene a suceder, mutatis mutandis, algo parecido. Por más que un escritor de reputado prestigio se empeñe en enseñar a escribir una obra literaria, si el alumno no llega a ese taller con un riquísimo bagaje previo de lecturas que le habrá proporcionado, sin él saberlo, el conocimiento de planteamientos de conflictos entre personajes, de descripción de lugares, personas y objetos, de dominio del "tempo" narrativo, por más, digo, que el profesor de ese taller sea un reconocido y experimentado escritor, el alumno no sabrá de qué le están hablando si carece de un dominio previo de lo literario que solo habrá podido obtener a través de la lectura de las mejores obras de los mejores escritores. A mí me sucedería lo mismo si el mejor profesor de finlandés del mundo me enseña la gramática del finés: creo que no iba a salir hablando finlandés de sus clases, aunque fuese capaz de rellenar con éxito muchas pruebas de gramática. Hablar es una cosa y la norma escrita, otra. Ambas se aprenden, pero una no se enseña. Y uno no aprende a escribir una obra literaria en un taller si antes no lo ha aprendido ya -sin quererlo y sin saberlo- al leer con atención buenas obras literarias.

    Gracias por tu comentario. Un saludo cordial.


    ResponderEliminar
  4. Estimado Jaime,
    Estamos de acuerdo, parcialmente. Para mí todo lo "aprendible" ha de ser enseñado por algo o por alguien. Cuando tu hijo dice escribido es porque alguien le ha enseñado, de modo somero(transmisión oral), que los tiempos pasados acaban en ado, ido, pero por el momento, nadie ha ahondado en explicarle de modo exahustivo las normas gramaticales del español. Por una simple razón: su edad, su inexperiencia y su ignorancia en ese momento. No tiene un bagaje educacional. Extrapolando este ejemplo a los cursos de escritura creativa, por muchos libros que hayamos leído, la mayoría de los que nos apuntamos a un curso de esta índole no hemos hecho un análisis literario de la obra. Nos gusta o no nos gusta. Para conocer ese análisis completo, para saber cómo se crean personajes, escenas, tempos narrativos, etc. es para lo que nos apuntamos a estos cursos, creo. Queremos saber porqué se dice escrito y no escribido, y como en cualquier disciplina hay malos y buenos enseñantes, y malos y buenos aprendices. Pero ese es otro tema que no nos ocupa.
    Todo esto te lo digo desde mi experiencia, y sin ánimo de imponer mi razonamiento sobre el tuyo. Es un largo debate el tema, y como en cualquier debate que se precie la argumentación quedaría en tablas: tu crees que no todo se puede enseñar, y yo creo que sí, pero que depende tanto del alumno como del profesor.
    Te agradezo tu respuesta y te envío un abrazo.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...