sábado, 29 de septiembre de 2012

Taller en Bella Unión


El viernes comenzamos un nuevo taller en la ciudad de la triple frontera: Bella Unión. Los alumnos proceden de la Escuela Técnica y cuentan entre doce y catorce años. Era la primera vez que participaban en una actividad de este tipo; ninguno de ellos se había puesto nunca a componer un relato y solo dos declararon que leían de vez en cuando alguna obra de ficción, en concreto historietas.

El taller está patrocinado por ProARTE, un proyecto transversal del Codicen que busca generalizar la experiencia artística y creativa entre los estudiantes de los distintos subsistemas de la ANEP. La metéfora que utilicé para explicar esto a la periodista del noticiero local que me entrevistó, es que en el taller no se trata de enseñar a los alumnos a saltar en paracaídas sino de lanzarlos desde un avión en pleno vuelo y acompañarlos en la caída. Quizá el ejemplo sea un poco tremendista, pero creo que se me entendió.


Los preámbulos me recordaron mi reciente estancia en Maldonado porque, cosas del destino, faltaba el "cablecito del sonido", pero el subdirector de la Escuela mandó prestamente a comprarlo y pudimos comenzar. Hablamos sobre que nos pasamos el día contándonos unos a otros historias y anécdotas, y sobre las semejanzas y diferencias entre ese comportamiento cotidiano y un relato de ficción.
Los gurises describieron por escrito lugares que les resultan muy conocidos, y luego, en grupos, debatieron sobre cuáles son las cuestiones que les producen más conflicto en sus vidas: problemas, miedos...



Comenzamos la segunda hora con la audición de Cuatro años entre rejas, que cortamos antes del final para que recapitulasen sobre lo que cada cual había entendido y para que aventurasen diversos finales posibles. Cuando terminó la grabación, utilicé el cuento para ejemplarizar los distintos elementos que se encontraban en él: un escenario, un  protagonista principal y varios secundarios insertos todos ellos en unas determinadas circunstancias, que pueden ser relevantes (o no) para la historia; además, la descripción del conflicto que el protagonista soporta y un desenlace (en realidad, dos) que cambia de forma fundamental su vida. Vimos también la diferencia entre el relator y el protagonista, y las posibilidades de combinarlos que se le ofrecen al escritor.
Finalizamos las sesiones intercambiando direcciones para que a lo largo de la semana que entra me envíen por vía electrónica sus primeros borradores y tentativas, y yo a ellos mis sugerencias.
Lo más positivo del encuentro fue la disposición de los gurises y el ambiente de trabajo en el que enseguida se zambulleron.
Lo negativo fue la ausencia de docentes, por razones obvias en este tipo de actividades.

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