Contando el del narrador ―que acaba siendo parte fundamental de la historia―, son cuatro los lapsos temporales que el cuento desarrolla de forma simultanea, y con muy poco esfuerzo habría podido convertirse en una novela corta.
Es de recibo advertir que la descripción de la paliza que dos neonazis le propinan al desdichado protagonista puede herir algunas sensibilidades, aunque menos de lo que a diario lo hacen los informativos periodísticos.
Por lo demás, guardo un grato recuerdo de Morirse de risa porque lo redacté cuando se formaba el ya fenecido grupo Arrendajos, en el que tan buenos amigos tuve (y conservo).
Espero que lo disfruten.
* "Morirse de risa" forma parte del volumen Historias nuevas del casco antiguo de Toledo (personajes entrelazados), de Editorial Ledoria (Toledo). Su protagonista, Guillermo Barea, es el pordiosero que al cruzarse con doña Mariola, en la estación de ferrocarril, le da una flor...
Morirse de risa, de Antonio Ballesteros
HE REBOBINADO DECENAS de veces la grabación de la cámara de vigilancia del cajero automático. He congelado la imagen innumerables ocasiones para escudriñar al detalle la expresión de su rostro. He hablado con quienes le trataron en su juventud y con los testigos de sus últimos días. Y, sobre todo, he reflexionado de forma obsesiva sobre sus minutos finales, los recogidos en la grabación.