viernes, 17 de octubre de 2014

La raya, que no te complique, por Antonio Ballesteros


Aunque la tendencia de los mejores escritores contemporáneos es incorporar los diálogos al discurso narrativo, haciendo que la novela o el cuento “suenen” como si alguien a nuestro lado nos hablara, a veces es conveniente transcribir un diálogo del modo tradicional, con raya inicial.
Y lo cierto es que en casi todos los talleres se trabajan, tarde o temprano, los diálogos, ya porque en nuestras narraciones sean necesarios o porque signifiquen una herramienta útil para hacer más atractivo el texto: no es casualidad que la mayoría de los libros de ficción para adolescentes y jóvenes, y las novelas rosas, tengan una gran cantidad de diálogos, ya que eso los hace más fáciles de leer.

Sin embargo, incluso personas muy acostumbradas a la lectura, al escribir diálogos cometen frecuentes errores. Ello es debido a que las reglas, a pesar de ser claras, conllevan un punto de complicación que enseguida, con un poco de atención y práctica, superaremos. A partir de ahí, los diálogos no tendrán mayor dificultad… formal. Digo “formal” porque darles un contenido fluido y adecuado, y una redacción atractiva, es mucho más difícil. De eso hablaremos en otra entrada.

Por otra parte, representarlos en un texto correctamente no es capricho, porque si los expresamos mal la comunicación con el lector se resiente y la lectura se hace difícil, cuando no directamente ingrata.

Tras revisar más de una docena de blogs y documentos alojados en plataformas virtuales 
algunos muy visitados, y detectar en todos ellos errores de bulto, para redactar esta entrada he hecho lo más seguro: irme a las normas de la RAE sobre el tema y, eso sí, enriquecerlas con ejemplos, tanto correctos como incorrectos.


Así que para familiarizarnos con la raya comencemos por lo general y por su utilización en otros usos distintos a los del diálogo:

La raya es un signo de puntuación representado por un trazo horizontal ( — ) de mayor longitud que el correspondiente al guion ( - ), con el cual no debe confundirse:

RAYA: Mariola y su amiga ―lo eran desde niñas― fueron juntas al paseo.

GUION: Mariola y su amiga albano-kosovar fueron juntas al paseo.


Cuando se usan dos rayas 
una de apertura y otra de cierre, como en este mismo ejemplo para introducir un inciso dentro de un período más extenso, estas se escriben pegadas a la primera y a la última palabra del período que enmarcan, y separadas por un espacio de la palabra o signo que las precede o las sigue; pero si lo que sigue a la raya de cierre es otro signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos.

Vamos más despacio y por partes. La norma dice: “…estas se escriben pegadas a la primera y a la última palabra del período que enmarcan, y separadas por un espacio de la palabra o signo que las precede o las sigue…”:

BIEN:

Pedro caminaba por el sendero ―irregular y embarrado― y su desorientación era cada vez mayor.

MAL:

Pedro caminaba por el sendero ― irregular y embarrado ― y su desorientación era cada vez mayor.

MAL:

Pedro caminaba por el sendero― irregular y embarrado ―y su desorientación era cada vez mayor.


La norma también especifica que: “…si lo que sigue a la raya de cierre es otro signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos”. Igualmente, hay que tener en cuenta que el signo de puntuación, si es necesario, se sitúa detrás de la segunda raya, la de cierre, y nunca antes. Y que tras él sí se deja un espacio antes de continuar escribiendo. Veamos ejemplos...

BIEN: Pedro caminaba por el sendero ―irregular y embarrado―. Su desorientación era cada vez mayor.

MAL: Pedro caminaba por el sendero ―irregular y embarrado― .Su desorientación era cada vez mayor.

MAL: Pedro caminaba por el sendero. ―irregular y embarrado―. Su desorientación era cada vez mayor.




Ya sabemos, pues, que la raya puede encerrar aclaraciones o incisos. No es la única opción que tenemos. Veamos la misma frase escrita de tres formas distintas:

1: Para él la fidelidad —cualidad que valoraba por encima de cualquier otra— era algo sagrado.

Para esto pueden utilizarse también las comas o los paréntesis:

2: Para él la fidelidad, cualidad que valoraba por encima de cualquier otra, era algo sagrado.

3: Para él la fidelidad (cualidad que valoraba por encima de cualquier otra) era algo sagrado.

Pero atención, fíjense en un detalle que lleva a errores: en los ejemplos 1 y 3 la palabra “cualidad” va inmediatamente después del signo correspondiente, sea raya o paréntesis. Es decir, no se deja espacio entre ellos, pero sí se deja con respecto a la palabra anterior, “fidelidad”. Sin embargo, cuando utilizamos la coma, la regla es a la inversa. Eso provoca frecuentes confusiones.

La Academia aclara que los incisos entre rayas suponen un aislamiento mayor con respecto al texto en el que se insertan que los que se escriben entre comas, pero menor que los que se escriben entre paréntesis.



Otra cuestión: si la oración continúa, la raya de cierre en los incisos no se suprime aunque detrás de ella deba aparecer un punto o cualquier otro signo de puntuación:

BIEN: Esperaba a Emilio —un gran amigo—. Lamentablemente, no vino.

MAL: Esperaba a Emilio. —un gran amigo—. Lamentablemente, no vino.

MAL: Esperaba a Emilio —un gran amigo. Lamentablemente, no vino.


Un ejemplo similar:

BIEN: Esperaba a Emilio —un gran amigo—, que, lamentablemente, no vino.

MAL: Esperaba a Emilio, —un gran amigo— que, lamentablemente, no vino.

MAL: Esperaba a Emilio —un gran amigo, que, lamentablemente, no vino.




Otro caso en el que podremos utilizar la raya es para introducir una nueva aclaración o inciso en un texto ya encerrado entre paréntesis. O viceversa, para intercalar algún dato o precisión en un inciso escrito entre rayas, han de usarse los paréntesis. Veamos un ejemplo de cada uso:

Emilio dijo que Venezuela (primer lugar de tierra firme avistado por Colón en su tercer viaje a América ―en 1498―) tenía, por aquel entonces, unos 300 000 habitantes.

Venezuela —primer lugar de tierra firme avistado por Colón en su tercer viaje a América (1498)— tenía, por aquel entonces, unos 300 000 habitantes.




Y por fin llegamos adonde íbamos: los diálogos.


En la reproducción escrita de un diálogo, la raya se sitúa al principio de la línea y precede a la intervención de cada uno de los interlocutores, sin que se mencione el nombre de estos:

—¿Cuándo volverás?

—No tengo ni idea.

—¡No tardes mucho!

—No te preocupes. Volveré lo antes posible.


Como se ve en el ejemplo, no debe dejarse espacio de separación entre la raya y el comienzo de cada una de las intervenciones.

Los errores más frecuentes en principiantes son terminar la oración final sin su correspondiente punto; acabar la oración final con un guion; dejar un espacio tras la raya inicial; escribir el nombre del personaje que habla (de forma similar a como se hace en textos teatrales) antes de su parlamento; escribir guion bajo ( _ ); o simplemente guion ( - ).

Esto último es explicable porque en el teclado no encontramos la raya, y si escribimos en Word (es el procesador de texto que utilizo) hay que recurrir al comando INSERTAR ►SÍMBOLO. Otra forma de hacerlo es teclear un atajo que, desgraciadamente, cambia de unas versiones del programa a otras, o según el teclado, etc. Una tercera es insertar la raya en los campos de autocorrección, pero, igualmente, no siempre funciona. Por eso al principio de los talleres admitimos que los alumnos escriban los diálogos con el guion ( - ) en vez de con la raya ( ― ).

De cualquier forma, explico cómo lo hago habitualmente para no complicarme la vida en exceso:

1º: Redacto el documento con guion normal, y hasta que no lo termino o necesito hacer una impresión para corregirlo, no doy el 2º paso.

2º: Voy a INSERTAR►SÍMBOLO►Una vez ahí selecciono la raya y la inserto en cualquier parte del documento. Después la copio y la dejo en el portapapeles. Antes de seguir con el proceso borro la raya que inserté (para lo único que la precisaba era para copiarla).

3º: Voy a INICIO►BUSCAR►REEMPLAZAR

4º: Ya en “REEMPLAZAR”, tecleo en “Buscar” el guion: -

Y luego en “Reemplazar” hago click con el botón izquierdo del ratón, después click con el botón derecho y pego la raya: ―

5º: Por último hago click en el botón de “reemplazar todos”, y como por arte de magia todos los guiones se transforman en rayas. 

Como es obvio, para realizar de forma segura lo anterior debemos estar seguros de que en nuestro texto no hay guiones propiamente dichos y que tenemos desactivada la opción de terminar las palabras de una línea cortándolas con guiones y continuándolas en la siguiente. Para ello, vamos a DISEÑO DE PAGINA GUIONES NINGUNO.
Problema solucionado.
En textos narrativos, la raya se utiliza también para introducir o enmarcar los comentarios y precisiones del narrador a las intervenciones de los personajes. Acá es donde más errores se cometen. En este uso debe tenerse en cuenta lo siguiente:

No se escribe raya de cierre si tras el comentario del narrador no sigue hablando inmediatamente el personaje. Igualmente, recordemos que el signo de puntuación se pone tras la raya de cierre, no antes de la apertura:

BIEN:

—Espero que todo salga bien —dijo Azucena con gesto ilusionado.

A la mañana siguiente, Azucena se levantó nerviosa y no dejó de enredar por la casa.

MAL:

—Espero que todo salga bien. —dijo Azucena con gesto ilusionado.

A la mañana siguiente, Azucena se levantó nerviosa 
y no dejó de enredar por la casa.

MAL:

—Espero que todo salga bien —dijo Azucena con gesto ilusionado.

A la mañana siguiente, Azucena se levantó nerviosa y no dejó de enredar por la casa .


Se escriben dos rayas, una de apertura y otra de cierre, cuando las palabras del narrador interrumpen la intervención del personaje y esta continúa inmediatamente después:

BIEN:

—Lo principal es sentirse viva —añadió Pilar—. Afortunada o desafortunada, pero viva.

MAL:

—Lo principal es sentirse viva —añadió Pilar. Afortunada o desafortunada, pero viva.

MAL:

—Lo principal es sentirse viva. —añadió Pilar—. Afortunada o desafortunada, pero viva.
 


MAL:

—Lo principal es sentirse viva —añadió Pilar.— Afortunada o desafortunada, pero viva.
 

Vemos que sigue vigente la norma de no dejar espacio entre las rayas que acotan y la primera (“añadió”) y última (“Pilar”) palabras contenidas, espacio que sí se deja con respecto a la palabra anterior a la primera raya (“viva”).

Cuando el comentario o aclaración del narrador va introducido por un verbo de habla (decir, añadir, asegurar, preguntar, exclamar, reponer, etc.), su intervención se inicia en minúscula, aunque venga precedida de un signo de puntuación que tenga valor de punto, como el signo de cierre de interrogación o de exclamación:

BIEN:

—¡Qué le vamos a hacer! —exclamó resignada doña Patro.

MAL:

—¡Qué le vamos a hacer! —Exclamó resignada doña Patro.



Si el personaje continúa hablando tras las palabras del narrador, el signo de puntuación que corresponda al enunciado interrumpido se coloca tras la raya que cierra el inciso del narrador:

BIEN:

—Está bien —dijo Carlos—; lo haré, pero que sea la última vez que me lo pides.

MAL:

—Está bien; —dijo Carlos— lo haré, pero que sea la última vez que me lo pides.



Pero cuando el comentario del narrador no se introduce con un verbo de habla, las palabras del personaje deben cerrarse con punto y el inciso del narrador debe iniciarse con mayúscula:

BIEN:

—No se moleste. —Cerró la puerta y salió de mala gana.

MAL:

—No se moleste —Cerró la puerta y salió de mala gana.

MAL:

—No se moleste. —cerró la puerta y salió de mala gana.




Recordemos de nuevo que la norma es la contraria si el verbo es de habla, es decir, declarativo.


Una vez más insistimos en que si tras el comentario del narrador continúa hablando el personaje, el punto que marca el fin del inciso narrativo se escribe tras la raya de cierre:

BIEN:

—¿Puedo irme ya? —Se puso en pie con gesto decidido—. No hace falta que me acompañe. Conozco el camino.

MAL:

—¿Puedo irme ya? —Se puso en pie con gesto decidido.— No hace falta que me acompañe. Conozco el camino.

Esta regla incluye las frases que acaban con puntos suspensivos:

BIEN:

—No aguanto más, creo que me voy… —Se puso en pie con gesto decidido—. No hace falta que me acompañe. Conozco el camino.

MAL:

—No aguanto más, creo que me voy… —Se puso en pie con gesto decidido— No hace falta que me acompañe. Conozco el camino.


Si el signo de puntuación que hay que poner tras el inciso del narrador son los dos puntos, estos se escriben también tras la raya de cierre:

BIEN:

—Anoche estuve en una fiesta —me confesó, y añadió—: Conocí a personas muy interesantes.

MAL:

—Anoche estuve en una fiesta —me confesó, y añadió:— Conocí a personas muy interesantes.




Un caso especial lo constituyen los diálogos en los que el personaje alarga su parlamento o cambia radicalmente de tema. En esos casos necesitamos utilizar el punto y aparte, y continuamos el discurso con comillas de cierre:

―Perdí a mi madre de pequeño ―dijo Juan con una pesadumbre extraña en él―, son cosas de la vida. Así que tuvo que hacer de padre y de madre. Igual salí adelante, no me quejo por eso, sino porque en mi infancia faltó algo fundamental. A mis hermanos la muerte de mi madre les llegó cuando eran grandes, porque yo fui “una equivocación”, un hijo no esperado.
»Y hablando de otra cosa, ¿cuándo piensas partir hacia Bélgica?
».



Pero atención: si entre un párrafo y otro el narrador hace algún comentario, aunque sea referido a lo que declara el personaje, la continuación del discurso de este comienza de nuevo con raya:

―Perdí a mi madre de pequeño ―dijo Juan con una pesadumbre extraña en él―, son cosas de la vida. Así que mi padre tuvo que hacer de padre y de madre. Igual salí adelante, no me quejo por eso, sino porque en mi infancia faltó algo fundamental. A mis hermanos la muerte de mi madre les llegó cuando eran grandes, porque yo fui “una equivocación”, un hijo no esperado.

Juan no era aficionado a las confidencias, por eso le escuchaba con suma atención.

―Y hablando de otra cosa ―continuó―, me interesa saber cuándo piensas partir hacia Bélgica
.

Puede ocurrir que necesitemos transcribir los pensamientos de quien habla, y para ello nada mejor que las comillas. Por ejemplo
:
―No se me ocurre qué podemos hacer con él, es incorregible. ―María intentaba hacer tiempo, y pensaba «Dios mío, como este hombre se entere de que Jorge no vino a dormir, lo mata»―. Pero hay que comprender que es muy joven, con los años madurará...

En el mismo ejemplo, si comenzáramos el inciso con un verbo declarativo, vean los cambios que se producen.
―No se me ocurre qué podemos hacer con él, es incorregible ―dijo María, que intentaba hacer tiempo, y pensaba «Dios mío, como este hombre se entere de que Jorge no vino a dormir, lo mata»―. Pero hay que comprender que es muy joven, con los años madurará...

Observen que el punto y seguido que concluye la primera frase de María se ha trasladado tras la raya de cierre del inciso, y que el comentario del narrador comienza con minúscula.

Por último, la RAE explica que las rayas se usan también para enmarcar los comentarios del transcriptor de una cita textual:

―Y entonces fue cuando Ernesto ―dijo Marta―, muy serio, siguió leyendo sus notas: «Es imprescindible —señaló el ministro— que se refuercen los sistemas de control sanitario en las fronteras». Eso demuestra que yo tenía razón 
―concluyó, con gesto desafiante.

En el ejemplo anterior sería admisible, e incluso recomendable para no sobrecargar el párrafo con rayas, sustituir las rayas por comas, pero eso es al gusto de cada cual.

―Y entonces fue cuando Ernesto ―dijo Marta―, muy serio, siguió leyendo sus notas: «Es imprescindible, señaló el ministro, que se refuercen los sistemas de control sanitario en las fronteras». Eso demuestra que yo tenía razón ―concluyó, con gesto desafiante.

Sin duda se les ocurrirán más ejemplos y miles de dudas (no duden en expresarlas). Y si advierten alguna incorrección, por favor, díganlo.



Saludos.

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