Y me encantó por su sencillez.
Un día Walter B. Jehovah comenzó a practicar el solipsismo. En una semana su mujer se escapó con otro hombre, perdió su trabajo como agente marítimo y se rompió la pierna en la persecución de un gato negro tratando de evitar que se cruzara en su camino.
Decidió, en la cama del hospital, acabar con todo.
Mirando a través de su ventana, hacia las estrellas, deseó que no existieran, y no estuvieron allí nunca más. Entonces él deseó que no existiera ninguna otra persona, y el hospital comenzó a estar demasiado tranquilo incluso para un hospital. Lo siguiente, el mundo, y se encontró suspendido en un vacío. Se libró de su cuerpo, y dio el paso final para tratar de acabar con su propia existencia.
No ocurrió nada.
Extraño, pensó. ¿Puede haber un límite para el solipsismo?
"Sí", dijo una voz.
"¿Quién eres?", preguntó Walter B. Jehovah.
"Soy el único que creó el universo que acabas de aniquilar. Y ahora tú has tomado mi lugar". Hubo un enorme suspiro. "Puedo, finalmente, acabar con mi existencia, encontrar olvido y dejarte tomar posesión".
"Pero, ¿cómo puedo dejar de existir? Eso es lo que estoy intentando hacer".
"Sí, lo sé", dijo la voz. "Debes hacerlo del mismo modo que yo lo hice. Crea un universo. Espera hasta que alguien en él crea realmente lo que tú creíste e intente dejar de existir. Entonces te podrás retirar y dejarle tomar posesión. Adiós."
Y la voz se fue.
Walter B. Jehovah estaba solo en el vacío, y era la única cosa que podía hacer.
Creó el cielo y la tierra.
Tardó siete días.
Imagen de Pixabay: https://pixabay.com/static/uploads/photo/2015/02/06/01/14/wallpaper-625623_960_720.png
Brown fue un buscavidas que, para vivir de la escritura, hizo casi de todo: cuentos de misterio, policíacos, ciencia ficción, corrección de textos, series de detectives...
Bienvenido sea, disfruten de este solipsista pero no se confíen, quizá solo gracias a él están ustedes leyendo con tanta tranquilidad...
El solipsista, de Fredric Brown
Walter
B. Jehovah, por cuyo nombre no pido excusas puesto que realmente fue su nombre,
fue un solipsista toda la vida. Un solipsista, en el caso de que no conozcas la
palabra, es alguien que cree que él es la única cosa que existe realmente, que
el resto de la gente y el universo en general existe solo en su imaginación, y
que si él dejara de imaginarlos su existencia acabaría.Un día Walter B. Jehovah comenzó a practicar el solipsismo. En una semana su mujer se escapó con otro hombre, perdió su trabajo como agente marítimo y se rompió la pierna en la persecución de un gato negro tratando de evitar que se cruzara en su camino.
Decidió, en la cama del hospital, acabar con todo.
Mirando a través de su ventana, hacia las estrellas, deseó que no existieran, y no estuvieron allí nunca más. Entonces él deseó que no existiera ninguna otra persona, y el hospital comenzó a estar demasiado tranquilo incluso para un hospital. Lo siguiente, el mundo, y se encontró suspendido en un vacío. Se libró de su cuerpo, y dio el paso final para tratar de acabar con su propia existencia.
No ocurrió nada.
Extraño, pensó. ¿Puede haber un límite para el solipsismo?
"Sí", dijo una voz.
"¿Quién eres?", preguntó Walter B. Jehovah.
"Soy el único que creó el universo que acabas de aniquilar. Y ahora tú has tomado mi lugar". Hubo un enorme suspiro. "Puedo, finalmente, acabar con mi existencia, encontrar olvido y dejarte tomar posesión".
"Pero, ¿cómo puedo dejar de existir? Eso es lo que estoy intentando hacer".
"Sí, lo sé", dijo la voz. "Debes hacerlo del mismo modo que yo lo hice. Crea un universo. Espera hasta que alguien en él crea realmente lo que tú creíste e intente dejar de existir. Entonces te podrás retirar y dejarle tomar posesión. Adiós."
Y la voz se fue.
Walter B. Jehovah estaba solo en el vacío, y era la única cosa que podía hacer.
Creó el cielo y la tierra.
Tardó siete días.
Imagen de Pixabay: https://pixabay.com/static/uploads/photo/2015/02/06/01/14/wallpaper-625623_960_720.png
Bonito el cuento, me deja pensando.
ResponderEliminar